martes, 18 de agosto de 2009

MUJER CON BARBA



EDUARDO ARROYO: Minuta de un testamento. Memorias. Taurus. 2009.

24. Praga

En el interior de la basílica de Nuestra Señora de Loreta se aprecian dos objetos que me hubiera traído a casa, pero quizás bastará recuperar una tarjeta postal y hacer algunos croquis de ellos: se trata de las imágenes de santa Apolonia y de santa Wilgefortis. (…)

En el interior de la capilla dedicada a la Virgen de la Piedad, un altar secundario consagrado a santa Wilgefortis data de 1730. El Niche central del retablo encierra la estatua de madera que evoca a la santa crucificada, vestida con una túnica de tela de color morado sobre un vestido bermellón adornado con pequeños lazos azules; sobre su cabeza lleva una peluca de cabellos naturales y más abajo una verdadera barba que oculta la parte inferior de la cara. El verismo impresiona y se pone al servicio del culto a Wilgefortis, la santa portuguesa del siglo II que para preservar su virginidad imploró a Dios que le diera la apariencia de un hombre. La súplica tuvo su efecto y el padre de la santa le infligió el suplicio de la cruz.

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La Crucifixión: el mito de Santa Wilgefortis




Quizá hoy en día ya no muchos la conozcan, pero durante la Edad Media y Moderna, y especialmente en Alemania y el centro de Europa, fue una de las santas más conocidas y veneradas, estando presente en no pocas iglesias y atribuyéndosele incluso algunos milagros. Hablo de Santa Wilgefortis, quien adopta en la iconografía la forma de una mujer crucificada con una espesa barba y coronada. Lo cierto es que su culto hoy día prácticamente ha desaparecido y sólo resta como leyenda, porque es lo que realmente fue siempre: un mito.


Santa Wilgefortis es el resultado de la malinterpretación del Volto Santo de Lucca (en la imagen), una antíquisima imagen-relicario de Cristo Crucificado, a medio camino entre el Christus Triumphans y el Christus Patiens, que se venera en Lucca, Italia, del cual se dice que fue esculpido por San Nicodemo y que tiene la auténtica faz de Cristo (bueno, esto se dice de muuuchas otras piezas). Al venir de Oriente, presentaba la imagen propia de la zona: Jesús llevaba túnica. En Occidente, eso jamás se había visto: los hombres siempre habían llevado pantalones. Cuando la imagen empezó a ser copiada y a circular por Europa, se produjo la metamorfosis: en la mente de los europeos sólo una mujer podía llevar túnica, por lo que creyeron que aquello que veían no era Cristo, sino una mujer crucificada. Irónicamente, eso prevaleció sobre la más que evidente barba, y prevaleció porque ya existían de antiguo viejas leyendas sobre vírgenes cristianas que pedían a Dios la fealdad física con tal de verse libre de los acosos de los mortales, por lo que Él les hacía crecer barba. Así nació el mito de Santa Wilgefortis: inventaron una mártir cristiana, hija del rey de Portugal, que pidió a Dios que la deformara para escapar a un matrimonio indeseado. Cuando le creció una enorme barba, su padre lo tomó por brujería y la hizo crucificar. Semejante absurdo tuvo mucho éxito y, como decía, el culto de la Santa se extendió por Centroeuropa.

Son risibles muchos estudios que pretenden demostrar la autenticidad de la Santa, asociándola a Santa Librada o a Santa Julia, mártires crucificadas por excelencia, o hablando de una posible anorexia nerviosa que hubiese provocado el nacimiento de la barba. Todo ello es absurdo. Santa Julia es una, Santa Librada es otra y Santa Wilgefortis es el mismo Jesús Crucificado. La anorexia nerviosa es una enfermedad del siglo XX y aunque es posible, por alteraciones hormonales, que a una mujer le saliese barba, nadie la haría crucificar ni quemar, sino que tales mujeres eran exhibidas en las ferias y en los circos, como muchos saben.

Éste es un ejemplo de los desastres que se derivan de las malinterpretaciones de la iconografía y la confusión de la imaginería propia de cada zona del mundo. Hay algunos más. Santa Wilgefortis, naturalmente, no pasó el filtro de los estudios de los Bolandistas y cayó del culto público ya hace mucho. Pero sus imágenes siguen allí donde siempre estuvieron, para curiosidad del visitante, y quizá para aprender una lección que sería mejor no olvidar.

Meldelen


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Arte de Bolsillo


Arte de Bolsillo

sábado 25 de julio de 2009 CON BARBAS Y A LO LOCO

La naturaleza hace unas cosas maravillosas –las flores, los amaneceres y los niños, por ejemplo- pero a veces también se equivoca, con resultados realmente sorprendentes. Engendra auténticos fenómenos de feria y, a falta de reporteros gráficos, ahí están los pintores para dejar constancia de ello. En este caso nos referimos a la señora Magdalena Ventura, una italiana nacida en los Abruzzos y que fue retratada por José de Ribera, llamado "lo Spagnoletto" por su corta estatura. Esta obra puede ser admirada en el Hospital Tavera de Toledo.

Cuenta la historia -que no leyenda- que, siendo Magdalena una mujer normal, a poco de dar a luz a su hijo, al que sostiene en brazos, comenzó a crecerle la barba y fue adquiriendo caracteres masculinos –sin perder por supuesto los femeninos- hasta presentar el extraño aspecto con que aparece en el cuadro. Hoy diríamos que había tenido un desarreglo hormonal agudo. Para aumentar el contraste entre ambos tipos de caracteres secundarios –el pecho femenino y el "algo más que vello" masculino-, el artista la hace posar en actitud de amamantar al niño, para que no quede duda alguna de su condición de mujer "con toda la barba", mostrando un seno algo caído pero aún vigoroso, sin necesidad alguna de silicona.

Por supuesto, el retrato es un reflejo fiel del/la modelo, lo que nos incita a preguntarnos quién es en realidad más "hombre", si la señora Magdalena o su señor marido que se esconde entre la sombra con cara de resignación. Ribera cuenta los detalles del "milagro" –así lo llama en latín en la segunda línea del escrito que hay a la derecha del cuadro- de la asombrosa mutación que se produjo en esta ¿mujer? Pero este mismo desarreglo, que para muchas otras mujeres podría haber sido motivo de depresión, ella lo asume con ánimo y actitud desafiante, haciéndose así merecedora de pasar a los anales de la historia. Nada se cuenta del marido. Ignoramos en qué trabajaba este hombre, pero seguro que hoy día, bien aconsejado, habría ganado un capital acudiendo a los reality shows de las televisiones –nacionales y autonómicas- para contar con pelos y señales la experiencia de su vida conyugal con un freak, con un indiscutible fenómeno de feria. O escribiendo con ayuda un libro del que al poco tiempo se extraería el guión de una película de clase B.

Pero en el aire queda flotando una pregunta clave: ¿Habría hoy día muchas mujeres dispuestas a verse de esta guisa a cambio de ser tocadas por el dedo del arte y pasar así a la inmortalidad? Respóndete, si eres mujer y si te atreves.

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Babylon Wales

Lancashire artist LS Lowry was no stranger to Wales. He sketched many early scenes at Rhyl and along the north Wales coast where he often holidayed. Later he was introduced to the industrial landscapes of south Wales by friend and collector Monty Bloom. In fact for six years he was visiting Wales twice a year. His oil paintings Ebbw Vale (1960), Hillside in Wales (1962), Six Bells Colliery, Abertillery (1962), and Bargoed (1965) are rightly regarded as being amongst his finest works.

However my favourite Welsh Lowry is his Woman With a Beard (1957). In his introduction to The Paintings of LS Lowry Swansea artist
Mervyn Levy recounts the story behind this unusual artwork. Lowry (who was a friend of his) apparently told him that while travelling on a train from South Wales to Paddington a bearded lady boarded at Newport and sat opposite him. Naturally he was shocked by her appearance. But not so shocked as to stop himself getting out a sketch pad and doing a drawing of her. Unsurprisingly she was a bit miffed by his artistic attentions and reprimanded him severely. Nevertheless the artist and the bearded lady got talking and by the end of the journey they were on friendly terms. On the platform at Paddington they even shook hands. From the train-bound sketch Lowry painted Woman With a Beard in 1957.

So next time you are stuck on the Swansea to Paddington due, no doubt, to engineering works somewhere near Swindon console yourself with the cultural significance of your journey. And keep an eye out for that bearded lady when you pass through Newport.

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The woman with beard
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Thu 3 Jan 2008 00:31



martes, 4 de agosto de 2009

HERMANN HESSE: El archipiélago Nicobar

Recuerdo de un viaje

(...) Stevenson sonrió.
-Usted es un principiante y se imagina que este cansancio tropical en el buque es una especie de enfermedad típica. Pero no es así. Es simplemente el ocio, al que un hombre sano no puede acostumbrarse, aunque suspire por él. No hay que tomarlo en serio.
-Pero es una vida sin patria y sin hogar -dije.
Stevenson se caló la gorra hasta la frente y contestó:
-Usted se equivoca. La patria no existe. Incluso en casa y entre los suyos usted experimentará con bastante frecuencia este sentimiento de desarraigo que ahora ha conocido. Un hombre tiene su patria allí donde trabaja y donde produce algo que valga la pena. Sin esto en ninguna parte se siente bien. Y cuando produce algo válido, lo hace por la obra o por la cosa misma, y aunque piense que lo hace por su familia o su nación, son sólo figuraciones. Lo que hacemos lo hacemos para la humanidad, y nuestra recompensa consiste en que con frecuencia el hacer nos divierte mucho. Los que hacemos algo somos todos colegas o hermanos, en toda la extensión del globo. Si usted, como supongo, es un buen escritor, serán sus hermanos todos aquellos que en cualquier latitud y en cualquier tiempo trabajan en la misma obra que usted, por la elevación espiritual de la humanidad o como usted lo quiera llamar. En la medida que usted forma parte de esta comunidad, tiene una patria. Pero si abandona esta comunidad, entonces se encuentra sin patria y sin hogar, aunque sea presidente del parlamento de su país. También yo, si me permite, me considero su compañero. Usted contribuye a la maduración y al cambio de las ideas, yo contribuyo a transformar la materia y a crear campos de trabajo. Es propio de su oficio cultivar los sentimientos y colaborar para ennoblecerlos. De esto entiende usted más que yo. Pero mire, amigo, esta añoranza en el buque no es ningún sentimiento que valga la pena tener en cuenta; yo creo que no es en absoluto un sentimiento, sino un sentimentalismo.
No me había dicho nada nuevo, pero la lección había llegado en el momento oportuno.
Stevenson nos dejó en Penang. Aún le estoy viendo dando órdenes, ya desde el buque, en inglés y en malayo a los de tierra y luego, calado el abollado casco colonial sobre su negra cabeza de gavilán, desaparecer velozmente en un rikscha para internarse por la hormigueante ciudad china. (1913)

(HERMANN HESSE: Pequeñas alegrías. Alianza Editorial. Madrid. 1997. Pp. 108-109)